Paul Andreu fue conocido como el arquitecto de los aeropuertos por su exitoso diseño de decenas de estas construcciones alrededor del mundo. Repasemos aquí brevemente la vida y obra del arquitecto Paul Andreu.
Paul Andreu: poesía y matemática
Los comentarios del francés Paul Andreu sobre sus obras muchas veces resultaron un tanto desconcertantes, como propios de un profesor de historia del arte antes que de un arquitecto riguroso trabajando encargos del Estado con cristal y metales. Andreu se aventuraba muchas veces a describir su oficio como algo que iba mucho más allá de una construcción tangible: para él se trataba de aportar poesía, sueño y prolongación de cultura al ambiente elegido.
No es extraño que dedicara tantas décadas de su larga vida a diseñar espacios desde los cuales las personas se lanzan a atravesar las nubes y observar el conjunto de la civilización humana reducido a un punto.
La combinación de la fría lógica del diseño medido y el vuelo poético que pretendía animarla estuvo presente en Andreu desde su época universitaria. El joven Paul se dedicó a estudiar Bellas Artes e Ingeniería, recogiendo las riquezas de cada faceta para fundirlas en propuestas de cuidada estética y minuciosa funcionalidad.
El pegamento que unía ambos trozos de la experiencia humana era para el arquitecto la audacia, una característica psíquica que se movilizaba de un lado a otro, recogiendo la poesía de las ideas racionales y la racionalidad de la belleza armónica. Para lograr llegar hasta el punto fructífero de la audacia era necesaria una fuerte dedicación acicateada por la insatisfacción propia de un artista que siempre desea captar más y mejores formas.
Andreu unía a estas ideas conciliatorias un temperamento discreto, muy alejado de los llamados starquitects o arquitectos estrella de su generación, siempre dispuestos a grandes fotos y entrevistas auto celebratorias. Su delgada figura de barba y cabello blanco con ojos hundidos acabó creando una imagen parecida a la de un monje escolástico. Una cruza entre poeta, religioso laico y obrero de bajo perfil.
Lo último no resulta una exageración: muchas veces Andreu prefería trabajar en la construcción de sus proyectos con sus propias manos, como un trabajador más. Su conciencia sobre el impacto medioambiental de sus creaciones realzaban aún más su figura de alguien que intentaba redimir la división entre la naturaleza y el artificio humano, uniéndolos en un todo armónico.
Los grandes aeropuertos
Aunque Paul Andreu se manifestó muchas veces incómodo por su título de arquitecto de aeropuertos, afirmando que prefería el título de arquitecto a secas, lo cierto es que su destino estuvo ligado a los aviones desde su juventud.
Apenas salió de su barrio de clase alta de Burdeos en el que había nacido en 1928 y se hubo formado en los mejores centros de estudio de la École Polytechnique en París, le llegó del Estado su primer gran encargo: el diseño y construcción del Aeropuerto de París-Charles de Gaulle, el segundo aeropuerto de la capital francesa. Andreu tenía apenas 27 años, pero logró llevar adelante el proyecto desde 1967 hasta su inauguración en 1974.
Andreu pudo arreglárselas para utilizar los objetivos políticos de sus contratantes, basados casi exclusivamente en emparejarse con el nivel de desarrollo en infraestructura de sus rivales norteamericanos, para insertar sus propias ideas arquitectónicas renovadoras.
El aeropuerto de Gaulle está lleno de ellas: los Terminales 1 y 2 del complejo parecen ofrecer un vistazo a un orden futurista, hecho de cilindros, vacíos internos y luz pura. Como se ha dicho, no se trataba para Andreu sólo de construir un aeropuerto funcional, sino una estructura que reflejara la inmensa transgresión que suponía el hecho de volar.
Otros aeropuertos
El éxito del aeropuerto de Gaulle, junto con el Gran Premio de Arquitectura siéndole otorgado en 1977, posicionaron definitivamente al aún joven Andreu como diseñador de aeropuertos. Durante cuatro décadas, el francés se movió por cerca de cincuenta países para construir sus terminales.
Cualquier viajero frecuente del mundo actual recorre alguna vez sus creaciones, desde Manila (Aeropuerto Internacional Ninoy Aquino), Dubai (Aeropuerto Internacional de Dubai), El Cairo (Aeropuerto Internacional de Cairo), Brunei (Aeropuerto Internacional de Brunei), Yakarta (Aeropuerto Internacional de Soekarno-Hatta) y Emiratos Arabes (Aeropuerto Internacional de Abu Dhabi) hasta Shanghai (Aeropuerto Internacional de Shanghai Pudong) y, de nuevo, París (Aeropuerto Orly).
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Pero el vuelo acabó catastróficamente donde empezó. El Terminal 2E, una adición reciente diseñada por Andreu para de Gaulle y uno de sus formatos más audaces, se desplomó parcialmente, provocando la muerte de cuatro personas en 2004. Si bien el incidente pudo explicarse de acuerdo a múltiples factores técnicos incluyendo errores de construcción de la compañía contratada, sobre Andreu quedó flotando la posibilidad de falta de seguridad en su diseño original. Sufriendo con intensidad el trauma, el arquitecto no volvió a diseñar un aeropuerto jamás.
Monumentalidad china de manos de Paul Andreu
Hasta su muerte en 2018 a los ochenta años, Andreu se dedicaría a proyectos completamente distintos dentro del contexto de crecimiento desaforado de la infraestructura china. Ante algunos comentarios con respecto a su posición como extranjero europeo que le construye una nueva cara arquitectónica al gigante asiático, el francés simplemente respondió que las vacas se mueven hacia donde hay hierba. No se equivocan por hacerlo. Según su relato, fue escogido por los poderes chinos por su facultad de decir no a imposiciones irracionales, defendiendo la verdad de su arte.
Andreu fue responsable del diseño del Museo Marítimo de Osaka y el Gran Teatro Nacional de Pekín, un par de construcciones semicirculares u ovaladas que parecen emerger del agua como islas transparentes y cuadriculadas por diagramas. Sus diseños marcados por la audacia que siempre defendió abrieron la puerta a muchas otras propuestas de jóvenes arquitectos chinos, antes con poca libertad para diseñar.
En el siguiente vídeo puede verse al arquitecto hablando sobre su sencilla concepción de la arquitectura como impulsora de la cultura. Hasta aquí nuestro artículo sobre el gran Paul Andreu. Hasta pronto.