Nacido el 4 de septiembre de 1888, Oskar Schlemmer se dio a conocer gracias a sus grandes pasiones en el mundo de la pintura, escultura y el diseño alemán, posicionándose en gran manera gracias a sus trabajos en la famosa Escuela de la Bauhaus.
Peor lo que muchos desconocen es que, él realmente inició éste largo camino con una formación en marquetería, lo que le permitió más adelante seguir innovando con mayor proyección en el arte de la escultura, donde dejó grandes legados en formato de obras por todo el mundo.
Una de las obras más relevantes y conocida por muchos es la Triadisches Ballett, que para 1922 se presentó con la personificación de actores disfrazados con formas de figuras geométricas; es decir, tomaba elementos humanos para convertirlos en esculturas vivientes. Tiempo después hizo lo mismo con las obras de Slat Dance y Treppenwitz, donde los vestuarios eran sumamente resaltantes.
Adquirir toda ésta experiencia le permitió conocer mucho sobre el arte del teatro, logrando ser contratado en 1923 como maestro del taller de teatro. Desde entonces, se pudo constatar los increíbles cambios que sufrió positivamente la Bauhaus, según revelaciones en su diario personal y algunas cartas.
Sin duda alguna, Oskar Schlemmer logró recrear una excelente combinación entre el teatro, la danza, y el arte, representando una escenificación completa llena de oficios, disciplinas y mucha pasión en común. En ese sentido, no dejó de destacarse en los programas y actividades de la escuela.
Pero no quedó allí, el tiempo iba pasando y el conocimiento exigía nuevas cosas, por lo que Schlemmer se dedicó a conocer, investigar y profundizar sobre la teoría del color, los tonos y su relación con la luz, movimientos, armonía y formas, todo para asociarlo directamente con la danza y recrear un interesante juego. Cada uno de esos montajes también representaba una cuota de anonimato, ya que los personajes llevaban máscaras y eran completamente transformados.
Lamentablemente para el año 1933, Oskar tuvo que despedirse de las aulas de clases y la docencia que tanto amaba, pues las presiones del régimen nazi no le permitían seguir. Además, se vio en la necesidad de buscar nuevas oportunidades en Suiza, donde vivió hasta 1934. Estando allí, unos 3 años más tarde, la Galería de Londres se preparaba para deleitarse con su increíble trabajo artístico.
Ese gran logro no fue suficiente, y entre algunas nostalgias, decidió volver a Alemania para formar parte de la Cámara de Cultura del Reich, donde de manera casi inmediata se posicionó con una reconocida obra que determinó como “arte degenerado”, la cual fue arduamente criticada y denunciada.
Posteriormente, ya en sus últimos pasos dentro del movimiento artístico, comienza una pequeña metamorfosis en cuanto a los materiales empleados en sus trabajos, ya que procura emplear diversas pinturas, pero incluyendo el esmalte, haciendo además algunas pruebas con laca. A raíz de esto, también los personajes de sus obras vivientes se tornaron un poco más cotidianos en sus acciones.
Oskar Schlemmer se despidió del mundo el 13 de abril de 1943, específicamente en Baden-Baden. A pesar del gran sentimiento de contagió su partida, dejó una memorable herencia que hasta hoy en día se mantiene vigencia a través de decoraciones, imágenes y figuras que van más allá de la realidad, donde nadie puede ser indiferente al pasar frente a ellas.