Oscar Niemeyer es el nombre más resaltante de la arquitectura moderna brasileña, de innumerables y descomunales trabajos. Revisemos juntos la vida de Oscar Niemeyer y su arquitectura.
Oscar Niemeyer, el crecimiento de un escultor de monumentos
Existe en la biografía de Oscar Niemeyer una suerte de balanceo firme entre la espontaneidad brillante propia del estereotipo sudamericano y la planificación estricta de realidades de piedra.
Tal vez pueda identificarse este equilibrio en la frase célebre que incorporó en sus memorias, aquella que habla de su preferencia por la curva de los ríos, las montañas o el cuerpo de la mujer, antes que por la rectitud de las líneas artificiales formadas por el ser humano. Una filosofía increíble viniendo de las manos de uno de los arquitectos más memorables del siglo XX.
Los primeros compases de su trayectoria vital mantienen esta tensión entre distintos órdenes psíquicos. Su comportamiento juvenil fue bohemio y despreocupado, como muchos de los nacidos en Rio de Janeiro en 1907.
Oscar tuvo desde sus inicios un comportamiento sinuoso, que podía incluir el abandono repentino de sus estudios para casarse a los 21 años, el comienzo de sus acercamientos al movimiento comunista, un breve trabajo tipográfico con su padre o su dedicación a una labor no remunerada en un estudio de arquitectura, sólo por el placer de hacerlo.
Pero cuando el arquitecto principal del estudio, Lúcio Costa, fue elegido para diseñar el edificio del Ministerio de Educación de Rio y fue convocado el mismísimo Le Corbusier para ofrecer asesoría, el joven Niemeyer se involucró en el proyecto para trabajar al lado del gran Maestro, recibiendo sus elogios e incluso una apertura del resto del equipo a sus recomendaciones arquitectónicas.
Lo del joven era talento natural y pronto empezó a tener mayor agencia dentro del gremio, incorporando pronto el ideal modernista aprendido del gran suizo junto al ideal nacionalista propio de Brasil.
El proyecto Pampulha
Tras impresionar en el proyecto previo con Le Corbusier, ser la mano derecha de Costa en su viaje a New York para diseñar el Pabellón de Brasil en su Feria Mundial y producir individualmente su primer edificio, una guardería en Rio, Niemeyer se embarcaría en su primer gran desafío profesional.
Se trataba de un proyecto encargado por el actual alcalde de Belo Horizonte, Juscelino Kubitschek, para construir una serie de edificios en torno a un lago artificial ubicado en Pampulha, en el contexto de la formación de un nuevo suburbio. Los edificios encargados consistían en iglesias, clubes de golf, casinos y restaurantes.
El proyecto sirvió para que Niemeyer desplegara por vez primera su imaginación rompedora. Rampas, techos y fachadas demostraban su inclinación innovadora por las formas curvas, superando incluso la rigidez funcional racionalista de Le Corbusier, adaptando sus enseñanzas al ambiente sudamericano. La Iglesia de San Francisco de Asís en particular fue especialmente llamativa, con su fusión ondulante de paredes y techo, cubierta de azulejos.
Cualquier monotonía arquitectónica quedaba atrás en función de la sensualidad natural de la forma. Si te interesan las biografías de otros arquitectos latinoamericanos, te invitamos a leer sobre la vida de Mario Pani Darqui. ¡Sigue el link!
Brasilia: la obra maestra de Oscar Niemeyer
Las experimentaciones de Niemeyer fueron demasiado para los racionalistas del mundo y el brasileño tuvo que afrontar críticas por su estilo de ejecución a veces semi-improvisado, la ambición retorcida de su planteamiento o el supuesto esteticismo estéril de su trabajo. Pero cualquier crítica sobre desmesura se quedaría corta para lo que vendría. Juscelino Kubitschek volvería a Niemeyer, esta vez como presidente de la República, para hacerle un encargo faraónico: construirle una nueva capital al país. Su nombre sería Brasilia.
Sin arredrarse ante el inmenso reto de levantar la ciudad central de su tierra en medio de un terreno vacío, Neimeyer y Costa se pusieron manos a la obra, el primero a cargo del diseño de las edificaciones y el segundo a cargo del plan urbanístico. La condición de la ciudad recién nacida como circuito administrativo, junto a la construcción simultánea de sus partes por las mismas manos, permitió darle al conjunto una homogeneidad formal sin equivalentes en el mundo.
Niemeyer creó con su característico sentido de las curvas monumentales una serie de edificios deslumbrantes, dedicados a alojar los principales poderes del Estado: la Corte Suprema, el Congreso y el Ministerio de Justicia, además del Palacio Presidencial, otros edificios administrativos y varias construcciones comerciales y residenciales. Construcciones como la Catedral de Brasilia, con su extraña forma de corona blanca, revelan finalmente al escultor de monumentos que será siempre recordado en Brasil.
El conjunto estuvo listo en cuatro años de intenso trabajo. Inmediatamente después, llegaron los merecidos honores, en forma de cargos de rectoría en la Universidad de Arquitectura de Brasilia, inclusiones como miembro honorario del American Institute of Architects o el Premio Lenin otorgado por la URSS. Brasilia fue un hito de la arquitectura mundial. Niemeyer pudo incluso ver en vida como se convertía en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Exilio y últimos años
Pero el glorioso idilio nacional duró poco. La instauración de una dictadura militar provocó su exilio inmediato. Dada su cercanía a la ideología comunista, se habría puesto en peligro de haber permanecido en el país. De hecho, sus oficinas fueron saqueadas y destruidas. El arquitecto se dirigió a cumplir encargos en Oriente Medio o a diseñar hermosos muebles para una compañía parisina. También acabó diseñando, desafiante, la sede del Partido Comunista francés.
La dictadura acabó diluyéndose en la década de los 80, transitando de nuevo al orden democrático. Niemeyer volvió a su país con renovadas fuerzas para muchos proyectos que no se detendrían hasta más allá de su cumpleaños número 100, entre ellos un memorial dedicado al fundador de Brasilia, Juscelino Kubitschek. Al viejo arquitecto le fue otorgado el Premio Pritzker y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes consecutivamente y también pudo ver la fundación del Museo Oscar Niemeyer y el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer, diseñados ambos por sus manos.
Muerto en 2012, Oscar Niemeyer fue proclamado como el más grande arquitecto latinoamericano del siglo XX. En el siguiente vídeo puede verse buena parte de sus obras. Hasta pronto.