Niccolò Paganini, nació el 27 de octubre en Génova, Italia. Guitarrista, violinista y compositor. Procede de una familia muy humilde y quien, desde muy corta edad, dejó florecer sus talentos musicales que, hoy en día lo perpetúan en la memoria musical de la historia.
Un niño prodigio de eso no cabe duda, no tenía aún catorce años, y ya era capaz de dominar por completo el violín; sus maestros lejos de enseñarle, recibían el más grande aprendizaje, pues el chico ya lo sabía todo al respecto.
En 1828 emprendió una gira por Praga, Viena, Berlín y Varsovia, y en ella se consagró como el más destacado violinista de aquella época. Dueño de una capacidad impresionante para emitir con su instrumento, sonidos y efectos antes nunca pensados, inconcebibles de realizar y que, en sus manos versátiles, todo era posible, a nivel musical.
Desarrollo técnicas del violín, aferrándose en recursos como las triples cuerdas, pizzicati, arpegios y glissandi, los mismo que aprovechaba para sus propias composiciones.
Muchas son las obras que este talentoso tiene en su autoría, entre las que destacan: Los Veinticuatro caprichos para violín solo en 1818, seis conciertos para violín y orquesta, nueve cuartetos para guitarra y arcos entre 1806 y 1816, y otras como, la danza de las brujas en 1813 y Tarantela en 1830.
Un misterio, un pacto con el demonio y muchas otras versiones se le atribuían a su manera tan particular, versátil y fantástica de interpretar y manejar el violín.
Como era de esperarse entre sus pertenecías era lógico que hubiera un violín; sin embargo, se pudo verificar entre sus posesiones contaba, no con uno, sino con siete violines Stradivarius; teniendo entre estos, un Guarneri del Gesù de 1742, el cual se encuentra en la actualidad en el Palacio cívico de Génova.
No quiso recibir asistencia sacerdotal en el momento de su muerte, luego de su deceso, la iglesia se negó a sepultarlo en camposanto. Esta situación provocó que el féretro que lo contenía, fuera llevado a diferentes lugares, hasta que, por fin, la duquesa de Parma en el 1845, autorizo su sepultura y puso así un punto final a esta historia tan controversial que generó, la muerte de Paganini.
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