Un 14 de junio del año 1864 nacería en Marktbeit, Baviera, Alemania, un hombre que en un par años más tarde se haría bastante reconocido y su legado se mantiene incluso hasta la actualidad, estamos hablando de Alois Alzheimer.
Desde muy pequeño, Alois se inclinó por el maravilloso, amplio y complejo mundo de las ciencias, por lo que su padre le aconsejó estudiar medicina, esto al jovencito le sonó bastante bien, además que siempre se había destacado por ser un muy buen alumno así que, motivaciones le sobraban.
Curiosamente, nadie más en su familia se había decantado por esta hermosa e importante profesión.
Su educación en medicina comenzó a sus 19 años en la ciudad de Berlín, concretamente en la Universidad Friedrich Wilhelm, pero allí no se quedó, pues no habría ni terminado el semestre cuando decidió que era momento de partir hacia nuevos rumbos y la Universidad de Wurzburgo sería su casa de estudio por los siguientes tres años, hasta que terminó en Tubinga, en la Universidad Eberhard Karls.
Cuando fue el momento de realizar su tesis, esta fue supervisada por Albert von Kölliker, un anatomista alemán.
Alzheimer siempre se fascinó por el área de los trastornos psicológicos y la causa de estos.
Entró a trabajar en el Asilo Municipal para Dementes y Epilépticos el mismo año en que se graduó como médico y obtuvo su respectiva licencia que lo respaldaba como tal, es decir, en 1888. Allí en Frankfurt, entabló una amistad con el psiquiatra Franz Nissl, quien trabajaba con él en el asilo.
Juntos, durante su investigación con fin de encontrar los orígenes orgánicos de los trastornos mentales, promovieron la idea de usar baños balnearios como calmante para los pacientes con neuropatologías. Y al parecer, esto les funcionaba.
En 1896, Alzheimer toma el puesto de jefe en el asilo, debido a la reciente salida de Nissl.
La mente de Auguste
Distintos episodios de celos y pérdida de memoria severa azotaban la vida de la paciente Auguste D., de 51 años de edad por aquel entonces y estaba bajo la vigilancia de Alois en el asilo de Frankfurt.
Lamentablemente, a raíz del desconocimiento de lo que le sucedía a la paciente, no se atrevieron a tratarla con algo más que no fuese los baños. Sin embargo, el bávaro sabía que algo sucedía en la mente de aquella señora y es por eso, que se dedicó, durante su estancia en el asilo, a hacer apuntes sobre los cambios de conducta o síntomas que esta sufría.
Luego, al haber muerto Auguste, Alois lo vio como una oportunidad de descubrir lo que le sucedía, así que se dedicó a estudiar su cerebro y tras muchos procedimientos, logró observar degeneración en las estructuras neuronales.
Años más tarde, presentó su investigación en la XXXVII Conferencia de Psiquiatría del Sudoeste Alemán y no fue hasta 1910, cuando la enfermedad fue bautizada como Alzheimer.
Muerte
Tres años más tarde, un resfriado mezclado con una endocarditis fue acabando con la vida del célebre médico, Alois Alzheimer, hasta que finalmente el 15 de diciembre del año 1915, murió en Breslavia, aunque hoy lo conocemos como Wroclaw, una localidad polaca.